Caminar por las calles de Roma es como estar caminando por un museo. Es el despertar de los cinco sentidos que se transportan a miles de años atrás envueltos en la cotidianidad de nuestra era moderna. Caminar por Roma es sencillamente un placer lleno de historia por descubrir y entender.
Todo lo que debe visitar el viajero, es decir, El Coliseo, El Altar de la Patria, La Fontana de Trevi, El Panteón, sus plazas , sus fuentes , sus ruinas, se encuentran centrados, por lo cual movilizarse se hace fácil y rápido. El metro con su facilidad de usarlo por 75 minutos por el mismo euro que vale, ayuda un montón y si de escoger medio de transporte se trata , aconsejo caminar o usar metro, no conducir, Roma tiene , en mi opinión, uno de los traficos mas locos y desordenados, por no llamar pesado. Pitos, alta velocidad, curvas, cerradas, gente atravesandose, etc etc, lo hacen un caos divertido.
En cuanto a la cultura de los italianos, y lo que pude ver en esos 7 dias allí, me llevo un buen recuerdo. Los italianos no conocen la palabra “pena” o “Vergüenza”. Ellos son extrovertidos por donde quiera que vayan. Alegres, amistosos, Muy amistosos. Estar en Italia es sentirse cerca de la “dolce vitta”. Es una ciudad llena de encanto, de amabilidad en sus calles, de comida rica, de alegría.
La gastronomía es algo que atrae y gusta mucho. Sus delicias se pueden probar en cada esquina, a muy buenos precios. Su famosa pasta y pizza cocinadas de múltiples maneras pero siempre con un sabor inigualable y buenisimo. Los mariscos y pescados del Adriático llenan todas las cocinas ofreciéndole al viajero un sin número de opciones para escoger al deleite de su paladar.
El Vaticano: Ahora la parte que me molesto
La visita a la cuna del catolicísimo es algo que hay que hacer sin duda, pero que a mí personalmente me lleno de más justificaciones a mí misma, para no creer en la Religión.
La ciudad del Vaticano es criticada por muchos y elogiada por otros tantos. Algunos dicen que si la destruyeran y vendieran su oro de ahí dentro, calmarían el hambre de casi todo África. Dicen que con una columnita pararía pobreza en casi un país entero que viva en sub desarrollo. Dicen que es patrimonio histórico de la humanidad y se debe respetar. Dicen y dicen, justifican y justifican, creen y creen. Algunos sin datos otros con muchos.
Lo cierto es que desde que la religión y yo dejamos de ser amigos y veo lujos como estos, justifico en parte el por qué de tanto ateo por ahí suelto. No solo ahora por ver los lujos de este, sino por comparar con su poderío y riqueza en el mundo entero. Teniendo así no solo riqueza material como esta sino también riqueza mental del pueblo.
Antes de ir a la Ciudad del Vaticano, me advirtieron que todo lo que fuera a ver dorado, que se parecía al oro, era oro, pero nunca pensé ver tanto lujo en un pequeño espacio, que no ocupa más de una hectárea.El Vaticano es un estado totalmente independiente. Tiene correos, radio y televisión propios. Es lujo por sí solo.
No creo en la religión, creo en ese ser superior, para mi llamado, Dios, pero llámenlo como cada cual quiera llamarlo, que me llena de fe o de algún valor como quieran llamarlo también para hacer muchas cosas y seguir. Criticado por muchos, seguidos por otros, pero da igual, sigo respondiendo que es algo que se siente en lo profundo del alma y se sigue con acciones de uno mismo.
Hace mucho deje de creer en la religión, por muchas razones que no voy a entrar a aclarar en este post, pero el hecho de haber visto tanto lujo, tanta “maravilla” en el Vaticano me hace centrarme aun más ahora en mi punto. Al fin y al cabo cada uno elige su visión alternativa de la realidad después que tiene ciertos años y algo de “autonomía intelectual”, pero para mí tanto lujo que vi allí no justifica tanta pobreza en el “resto” del mundo.
La religión no está lejos de ser el opio del pueblo. Y entonces volvieron a mí los recuerdos de todo lo que tuve que hacer para lograr ese “descuento” y poder estudiar en una Universidad Católica, y me molestó y seguirá molestando.
El caso es que El Vaticano es hermoso, claro, es fácill que lo sea, es lujo por sí solo. Algo que hay que ver, pero imposible de visitar sin ser subjetivo, hablando desde mi experiencia.