La aventura de vivir !

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar " Machado

sábado, 11 de diciembre de 2010

Y yo aquí...

Mi corazón en pedazos. No sé si es el destino que me puso ahí pensando en que tengo los amigos que podrían ayudar, porque no se bien que paso aún. Salía de Cabecera uno de los barrios de Bucaramanga donde vivo, y me vi envuelta en una revuelta de Policías V.S vendedores ambulantes. No es la primera que veo, pero si es la primera que me impacta de la manera como sucedió. Policías quitando la mercancía de los vendedores ambulantes más exactamente. Nunca he ido en contra de los policías, pues no es decisión de ellos, ellos solo siguen una orden que  viene de arriba, y eso lo sé muy bien. De hecho tampoco voy con los vendedores porque fueron ellos mismos quienes no lograron llegar a un acuerdo con el Gobierno para reubicación en Centros Comerciales. Se y entiendo que vender en las calles de Colombia es un problema social muy grande y no pretendo cambiar la realidad, pues se vuelve imposible para una proletaria más que sufre las mismas necesidades, pero con mejores oportunidades.

No pretendo cambiar la historia de mi ciudad, no soy nadie ni tengo el poder para hacerlo, pero pretendo contarles que me paso, y que entre todos por lo menos cambiemos la historia de esta familia que llego a mí, repito no sé si fue el destino porque aun no me explico que paso.

Como les decía, salía de Cabecera de uno de los almacenes, de repente la revuelta empezó. Camión llegando, vendedores corriendo con sus mercancías, era lo mismo de siempre, pero que torno un poco más duro cada vez frente a mis ojos, y mi bendita cámara de fotos con ganas de captar el momento trabada entre mi bolso lleno de libros. De primera instancia quede impactada, pues vi como se cayeron varias personas tratando de no dejarse quitar su mercancía. Me impacto y llame a uno de mis mejores amigos al celular en ese justo instante, llorando y desahogándome. Luego todo tornaba cada vez peor. El carro de un amigo frente a mí y mi amigo con sus ojos tan impresionados como los míos desde el volante. Él no podía echar ni para delante ni para atrás su carro, estaba trabado justo en frente de la revuelta. Se empezó a asustar tanto como yo, cuando empezaron a volar palos, piedras, objetos de toda clase contra los policías, un grupo de gente sacaba sus celulares para captar el momento, yo seguía en una mano con mi celular y en la otra intentaba sacar mi cámara de mi enorme bolso que estaba trabada. Finalmente decidí colgarle a Jorge porque todo seguía subiendo de tono. De repente dos tiros, me acerque más donde estaba la revuelta y vi como los policías empujaban varios vendedores para quitarles la mercancía, Seguía llorando. Vi más de cerca como los policías empujaban varias tunebas y niños y adultos para quitarles la mercancía a golpes, mi amigo me hacia caras que me subiera por refugio al carro, pero al principio no quería, pues estaba viendo un atropello humano de un policía de frente contra una sociedad y no entendía que pasaba. De repente cuando la cosa se ponía peor, mis nervios aumentaban y decidí entonces subirme pero algo pasó. A mi pierna llegaron como tipo refugio, tres bebitas llorando y diciéndome como si me conocieran de toda la vida: - Señora…ayúdeme por favor ayúdeme que mi mama y Marliz están allá. Eso era lo que entendía en medio de su habla de bebes de 3 y 4 años y cargando otra de brazos. Me senté en frente del carro de mi amigo que seguía rodeado de policías tratando de controlar lo que pasaba. Alrededor mío, todos los almacenes con un montón de gente adentro y encerrados refugiándose. Me senté en unas escaleras y las tres bebitas se vinieron a mí y con sus lindas caritas no paraban de llorar.  Yo tampoco a decir verdad. Volví a llamar a mi mejor amigo, y le conté que tenía tres bebitas que me estaban abrazando y llorando que esto se tornaba muy pesado. Yo las trataba de calmar entre mis lagrimas también, pero no había poder humano que las calmara. Estaban solitas. Gritando que su mamá  estaba entre esa lluvia de objetos y tiros de pistola. No sabía muy bien que iba a hacer, pero solo sabía que por encima de mí iba a dejar que se metieran en esa revuelta. De repente llego una señora y las llamo por su nombre, no los recuerdo. La señora estaba coja y cargaba otro bebe más que pareció ajeno a toda la revuelta. Sus ojos grandes expresaban asombro pero este no lloraba. Lo cogí en mis brazos y le pregunte a la señora si conocía las bebitas. Me dijo que eran sus sobrinas. Efectivamente las bebitas la llamaron tía y me tranquilice un poco. Le pregunte que donde estaba la mamá o algún familiar y me dijo que le había pegado y que estaba tratando de recuperar su mercancía del camión, porque la mercancía era de Armando y no de ellas. ¿Quién era Armando? También me lo preguntaba yo, pero no con mucha preocupación, pues en el momento me preocupaba todo lo demás.

De repente llego una niña de 12 años, con una trenza en su cabeza, llena de odio y rencor e insultando a manera de desahogo conmigo a los policías. No quiero repetir una sola palabra, porque estaban cargadas de esa mala energía y ese odio que me partía el corazón de vérselo a una niña.  Le pregunte su nombre, se llama Marli, entonces encontré a Marli, lo que las niñas querían. Pero sabía que no había cumplido mi misión del todo. La llame Marli con el atrevimiento que suponía tener, y le pregunte donde estaba la mamá y quien era. Dijo que era su hermana mayor y volvió a salir corriendo con un odio indescriptible para mi en una niña de 12 años, hacia la revuelta. Ahí la cosa se ponía peor, pues volvía a quedar sola con las bebitas y la señora que le fallaba una pierna. Le grite que esperara que no se metiera pero su odio no la dejo escucharme y se metió. Espere no se cuanto, porque en medio de eso, no se bien si el tiempo se pasa rápido o lento. El caso es que al cabo de un rato, llego Marli con una señora que aparentaba ser la mamá. Las dos con sus ojos llenos de lágrimas y un odio aún más terrible. Solo gritaban palabras malas, hacia los policías, yo quería ser ajena a mi punto de vista aunque había visto de frente ese atropello de autoridad. Yo las trataba de calmar y les decía que sus bebitas estaban angustiadas, que por ellas se calmaran y dejaran de insultar. No sabía lo que hacía. No conocía a esta gente y les estaba hablando muy fuerte a mi parecer. Les dije que bajáramos a tomar jugo. De repente la señora que no paraba de insultar, y llorar, decía que a Olga se la habían llevado a la clínica. Quien es Olga le pregunté, y me dijo que la otra hermana, que los bebes que los bebes. Que donde estaban los 5 bebes de la señora. Que ella estaba embarazada y le habían abierto la espalda y se la habían llevado a una clínica, que donde estaban los bebes. Era mucha información para procesar. Estaba confundida, llorando e impotente. Le dije que fuera a buscarlos a ver si los veía. Que yo me quedaría con las bebitas y la señora con sus bebe en brazos. Llego al cabo de un rato sin nadie. No sabía dónde estaban los bebes. Bajamos una cuadra, dos de los cuatro bebes, se aferraban a mi cuello con fuerza, y seguían llorando y gritando. Bajamos, yo cargando en brazos a los dos, a una frutería. Tomamos jugo, todos en la frutería se enteraron de lo que había pasado. Ellos, es decir las dos mamas y los cuatro bebes y la niña de 12 años, seguían sin parar de llorar y temblar. Se tomaron el jugo, no se calmaron. La chica de 12 años, me dijo que la plata del día se la habían llevado entre las correas que vendía. Que ahora no tenían nada. Que que iban a hacer. Yo no sabía que responderle pero los trataba de calmar. Les decía que todo iba a estar mejor que la mercancía y las cosas materiales no importaban que lo importante era que ellos no habían resultado heridos. No lograba generar ningún cambio mis palabras de psicóloga barata. Pero no me rendía. Les dije que íbamos al Éxito que es un supermercado cerca, y que les compraría algo de mercado para hoy, que no se preocuparan. No pretendía ser  la salvadora, pretendía calmarlos. Plata no tenía, era lo del viaje que debo hacer hoy, pero en ese momento no me importaba. Solo quería quitarles esa cara de angustia y odio. Pretendía solo alejarlos de esa mala energía. Les compré un mercado, me encontré con Ana María Ortiz, otra de mis mejores amigas, ella es testigo. Al realizar las compras me entere de varias cosas, como que hace dos días no tenían papel higiénico, que hace tres meses solo comían arroz de comida, porque no había más en la casa. De resto, como lo normal para mí, es decir verduras, frutas, leche, lo básico, no lo tenían hacía mucho tiempo.  Las bebitas se calmaron cuando vieron las festival de chocolate. La niña de 12 años se calmo cuando cogió la crema de dientes en promoción 3 x 1. La señora mamá, no se calmaba, ella sabía lo que le venía encima. Terminamos el mercado. Llamé a mi mamá le conté y como es abogada nos dijo lo que teníamos que hacer. Que ella el lunes iba a intentar recuperar la policía con el Inspector encargado que ella conoce. Armando era el dueño de la mercancía. Un vecino que por viejito y enfermo no podía salir a trabajar y les dejaba trabajar a ellos.

No sé muy bien que pase ahora, no sé si la mercancía se pueda recuperar. Pero después de todo estoy segura que fue el destino el que me puso ahí, frente a esto. No pretendo como dije, cambiar esa situación social que se sale de las manos de todos en un país como Colombia en vía de desarrollo, pero si pretendo cambiar la realidad de esa familia al que le cogí el teléfono y les di el mío, y estoy segura que el lunes me llamaran a preguntarme donde localizar a mi mama para que les ayude con los temas judiciales.
Creo que la desigualdad es lo más difícil de enfrentar la realidad de mi país, creo que todo podría ser diferente y quizá ellos podrían estar en nuestra situación, o nosotros en las de ellos, los que están mejores. Con un mundo con más oportunidades, mas educación, más oportunidades laborales. Con esto podría ser mejor. Es un cambio que tornara mucho tiempo, pero por ahora podremos hacer algo por algunas de estas familias.

Se que si todos damos algo podemos hacerlo. Darles esa mejor navidad que dice la canción de la radio que me gusta. “La navidad es todo aquello que nos hace recordar que la vida es bella, que diciembre es amor”
Todos los que puedan, y quieran hacer algo, llámenme, contáctenme por el correo que esta en este blog o por los medios que me conocen. Si quieren hacerlo ustedes, les daré el celular de la señora que me dio. SE donde viven, y les diría. Mis amigos podrían dar fé de esto, Jorge Ulloa que lo escucho por el celular, El hermano de Oscar Vidal lo vio desde su carro y me vio con las bebitas, y Ana María Ortiz que estaba con su amiga en el Éxito. Diana y Carolina Hernandez, me ayudaron, también pueden dar fe, ademas escucharon todo desde el almacen. Angie Rojas se quedo esperandome, tambien les da fe.

No los dejemos solos, somos solo una parte de este gran mundo, pero podemos generar ese cambio en esas caras de esa gente que está llena de rabia por su mercancía. El mundo podría ser mejor  cada día, y nosotros aquí. Los que están en Holanda, podrían contactar a Josette que llega la otra semana, ella dará fé que se les llevo lo que enviaron. Ella va a ir conmigo al igual que Gonzalo mi otro amigo, ellos les contarán.